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Disfrazarse de pequeño reporta grandes beneficios para su desarrollo

Disfrazarse de pequeño reporta grandes beneficios para su desarrollo


A parte de la diversión que llevan consigo, los disfraces son una buena herramienta de aprendizaje y desarrollo para los más pequeños.

Los disfraces permiten a los niños explorar aspectos de la realidad a los que no están acostumbrados. A través de ellos pueden convertirse en ese otro ser que habita en su interior, protagonizando lo que se llama en psicología “juegos de representación”. ¿Y qué representan? Normalmente las cosas que les ocurren o de las que nunca hablan en público en situaciones normales.

Además de ello, los disfraces abren las puertas al mundo de la imaginación, una de las grandes olvidadas. La imaginación es una herramienta primordial en la infancia que conviene, además, explotar tanto como sea posible. Nuestros hijos podrán creerse auténticos muertos vivientes que echan sangre por el ojo o brujas que con poderes super especiales que podrán hacer conjuros con los que el mundo irá, sin duda, mucho mejor. La principal ventaja de todo esto es que ellos mismos tengan confianza interior para ser capaces de hacer cualquier cosa que se propongan.


Por otro lado, disfrazarse fomenta la empatía en los más pequeños. Son capaces de ver la realidad desde otro punto de vista aprendiendo muchos valores educativos. Eso sí, será interesante apostar por disfraces que transmitan a los niños mensajes positivos y no otros que transmitan, por ejemplo, violencia.

Los disfraces abren las puertas al mundo de la imaginación.

Por supuesto, los disfraces son un arma brutal para desarrollar la creatividad del pequeño. Nosotros solo tenemos que darle el primer empujón poniéndole un disfraz y él solito se encargará de aplicar elementos como accesorios, maquillaje o, incluso, algún extra como un decorado. Si, por el contrario, no tenemos disfraz, será una buena opción tener en casa ropa y accesorios viejos con los que el propio niño fabrique su traje y aprenda valores a través de lo que él mismo se ha inventado.

Para ellos, refugiarse bajo el disfraz de un personaje es, sin duda, una buena herramienta para poder sacar a luz cosas y sentimientos que sin ello no serían capaces de hacer. Miedos, alegrías, conflictos y secretos de nuestros hijos salen a la luz mientras llevan puesto el disfraz. La vergüenza también pasa a un segundo plano cuando llevan puesto un disfraz. Se enfrentan a los problemas que tienen desde otro punto de vista y, en ocasiones, puede ser la solución perfecta para acabar definitivamente con ellos. Además, lo que los pequeños resuelven a través de la representación no vuelve a ser exactamente igual en la vida real. Por eso, entre otras cosas, hemos de favorecer las posibilidades de representación que la vida, el juego y, en este caso, los disfraces ofrecen a los niños.

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